Si ya se ha decidido por una residencia de pago, y si tiene claro qué tipo de residencia necesita (válidos o asistidos) y dónde la necesita (qué barrio o ciudad), lo único que debe preocuparle a partir de este momento es, primero, que no existan dudas sobre su legalidad, solvencia y seriedad; y, segundo.
Los precios varían según donde este ubicada la residencia, en Madrid capital es más cara que una situada a las afueras, o otra situada en una provincia pequeña.
Grandes capitales, como Madrid o Barcelona, y barrios residenciales, como La Moraleja o Pedralbes, son sinónimo de residencias caras (de 300.000 a 400.000 pesetas por persona al mes, en habitación individual), mientras que ciertas renuncias (por ejemplo, una habitación compartida en esta misma residencia) implican un coste más moderado (en este caso, exactamente la mitad: 150.000/200.000 pesetas al mes).
En España hay 2.000 residencias privadas de la tercera edad divididas globalmente en "con" y "sin" ánimo de lucro.
Unas 1.100, entre las primeras, están federadas (pertenecen a la Federación Nacional)
Y el pequeño grupo formado por las segundas, sin cuantificar, pertenece a órdenes religiosas (o a las Organizaciones No Gubernamentales) y se financia con legados y donativos (más el porcentaje a obras benéficas procedente de los impuestos).
Amplias, modernas y luminosas, en general, las residencias privadas han ido floreciendo como negocio en un espacio de tiempo relativamente corto (entre ocho y diez años)
La falta de catalogación, es decir, la falta de un método clasificador propio, similar a las estrellas en los hoteles o a los tenedores en los restaurantes. Ésta es la gran asignatura pendiente de las residencias privadas.
Los precios varían según donde este ubicada la residencia, en Madrid capital es más cara que una situada a las afueras, o otra situada en una provincia pequeña.
Grandes capitales, como Madrid o Barcelona, y barrios residenciales, como La Moraleja o Pedralbes, son sinónimo de residencias caras (de 300.000 a 400.000 pesetas por persona al mes, en habitación individual), mientras que ciertas renuncias (por ejemplo, una habitación compartida en esta misma residencia) implican un coste más moderado (en este caso, exactamente la mitad: 150.000/200.000 pesetas al mes).
En España hay 2.000 residencias privadas de la tercera edad divididas globalmente en "con" y "sin" ánimo de lucro.
Unas 1.100, entre las primeras, están federadas (pertenecen a la Federación Nacional)
Y el pequeño grupo formado por las segundas, sin cuantificar, pertenece a órdenes religiosas (o a las Organizaciones No Gubernamentales) y se financia con legados y donativos (más el porcentaje a obras benéficas procedente de los impuestos).
Amplias, modernas y luminosas, en general, las residencias privadas han ido floreciendo como negocio en un espacio de tiempo relativamente corto (entre ocho y diez años)
La falta de catalogación, es decir, la falta de un método clasificador propio, similar a las estrellas en los hoteles o a los tenedores en los restaurantes. Ésta es la gran asignatura pendiente de las residencias privadas.
Legalidad: Es una condición imprescindible, tanto para el bienestar del usuario como para la tranquilidad de los familiares.
Cuidado con las residencias ilegales. Las residencias ilegales (piratas) cuestan menos -aunque no mucho menos, que quede claro- pero acaban saliendo carísimas porque, antes o después, tendrá usted que verse metido en pleitos.Son frecuentes las noticias sobre desmantelamiento de residencias piratas en distintas ciudades españolas. Pero da la impresión de que se descubren sólo cuando surge alguna desgracia sanitaria.
Cuidado con las residencias ilegales. Las residencias ilegales (piratas) cuestan menos -aunque no mucho menos, que quede claro- pero acaban saliendo carísimas porque, antes o después, tendrá usted que verse metido en pleitos.Son frecuentes las noticias sobre desmantelamiento de residencias piratas en distintas ciudades españolas. Pero da la impresión de que se descubren sólo cuando surge alguna desgracia sanitaria.
Huya de las residencias clandestinas, instaladas habitualmente en pisos pequeños con escasa o nula vigilancia médica- y
Busque siempre el documento de autorización administrativa emitido por la Comunidad Autónoma correspondiente (en concreto por la Consejería de Salud, Integración, Bienestar, o como se denomine en cada caso).
Este documento debe estar expuesto en un sitio visible del vestíbulo o la oficina pero, si no fuera así, lo solicita al director del centro. Sin ese documento, la residencia es ilegal.
Este documento debe estar expuesto en un sitio visible del vestíbulo o la oficina pero, si no fuera así, lo solicita al director del centro. Sin ese documento, la residencia es ilegal.
También es una garantía de legalidad y seriedad que el centro pertenezca a la federación nacional.
Documentos: El contrato es otro requisito imprescindible para identificar la legalidad de un centro. Cada residencia tiene que tener su propio impreso (con las cláusulas, condiciones de pago, etc. claramente definidas) y en ningún caso admitirá a residentes que no acepten libremente su traslado. En caso de falta de pago, o conductas que afecten gravemente a la buena convivencia con los otros residentes o la normal actividad del establecimiento, la residencia podrá resolver el contrato previa comunicación a la Comunidad Autónoma correspondiente. La existencia de un reglamento de régimen interior también acredita la seriedad y legalidad de un centro.
Precios: Además de los documentos que se han mencionado, una residencia privada necesita tener, autorizada y puesta al día, una lista de precios.
Los precios que figuran en esta lista son los máximos permitidos, porque también aquí interviene la Administración para controlar y evitar los abusos, pero eso no quiere decir que no pueda usted negociar sobre esas cifras.
Los precios por persona oscilan entre 150.000 pesetas (en habitación doble compartida) y 400.000 (en habitación doble para uso individual) pero dependerán siempre de las condiciones del centro y de los servicios que en él se presten. Cuantos más extras (hidromasaje, piscina, biblioteca, solarium, cocina propia, sala de conciertos, etc.), mayor precio.
Tenga en cuenta, cuando negocie el precio, las plazas que el centro tiene disponibles en esos momentos.
Estudie también la eventualidad de pagar extras; en ciertas residencias, la rehabilitación o la fisioterapia -prestaciones obvias tratándose de la tercera edad- se consideran un extra, mientras que en otras sólo se pagan aparte los servicios estrictamente complementarios, como la odontología y la peluquería.
Los precios que figuran en esta lista son los máximos permitidos, porque también aquí interviene la Administración para controlar y evitar los abusos, pero eso no quiere decir que no pueda usted negociar sobre esas cifras.
Los precios por persona oscilan entre 150.000 pesetas (en habitación doble compartida) y 400.000 (en habitación doble para uso individual) pero dependerán siempre de las condiciones del centro y de los servicios que en él se presten. Cuantos más extras (hidromasaje, piscina, biblioteca, solarium, cocina propia, sala de conciertos, etc.), mayor precio.
Tenga en cuenta, cuando negocie el precio, las plazas que el centro tiene disponibles en esos momentos.
Estudie también la eventualidad de pagar extras; en ciertas residencias, la rehabilitación o la fisioterapia -prestaciones obvias tratándose de la tercera edad- se consideran un extra, mientras que en otras sólo se pagan aparte los servicios estrictamente complementarios, como la odontología y la peluquería.
Ventajas: Hay que reconocerlo: son muchísimas. Quizás la más importante sea la flexibilidad, en términos generales, que impera en estas residencias, tanto si hablamos de oferta y precios como de disciplina. Las residencias privadas ofrecen alternativas realmente interesantes, como la de convertirse en residencias de día (los ancianos van por la mañana y vuelven a sus casas por la noche, de forma que no se desvinculan del todo del calor familiar) o en residencias temporales (un anciano puede pasar allí un mes, dos o el tiempo que él decida, y ver así si se adapta al lugar o si prefiere volver a casa o buscar otra residencia).
Una residencia de día (con las tres comidas y la misma atención que se dispensa al resto de los ancianos) cuesta entre 2.500 y 3.000 pesetas diarias, es decir, unas sesenta mil pesetas al mes, si no contamos los fines de semana.
La flexibilidad significa también una disciplina muy suave. Nadie madruga, si no quiere, no hay que comer o cenar a unas horas determinadas, no hay horarios de visita (los familiares y visitantes pueden permanecer en la residencia el tiempo que deseen, e incluso comer o cenar allí junto a los residentes) y todo el mundo se mueve con una mayor libertad.
Una residencia de día (con las tres comidas y la misma atención que se dispensa al resto de los ancianos) cuesta entre 2.500 y 3.000 pesetas diarias, es decir, unas sesenta mil pesetas al mes, si no contamos los fines de semana.
La flexibilidad significa también una disciplina muy suave. Nadie madruga, si no quiere, no hay que comer o cenar a unas horas determinadas, no hay horarios de visita (los familiares y visitantes pueden permanecer en la residencia el tiempo que deseen, e incluso comer o cenar allí junto a los residentes) y todo el mundo se mueve con una mayor libertad.
Ambiente: No sólo el lujo o la calidad de los servicios diferencian a una residencia de otra. Cada una tiene, además, su personalidad, su clima. Si quiere que el futuro usuario se sienta cómodo de verdad, búsquele un lugar a su medida, es decir: un ambiente familiar y entrañable si se trata de una persona sencilla y comunicativa; un entorno formal, si el interesado ama y respeta las formalidades (por ejemplo, hay residencias en las que se llama a los usuarios de usted, mientras que en la mayoría prevalece el tuteo); un buen equipamiento deportivo, si es de los que no saben vivir sin el deporte... En definitiva, búsquele un hábitat apropiado. Su satisfacción y confort, mientras dure su vida, dependen de ello.
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